El teléfono móvil se ha vuelto un indispensable en nuestro día a día, no sólo para mantener el contacto con familia o amigos si no por las aplicaciones que ofrece.

 

La nomophobia (fobia a no tener el teléfono móvil) genera una sensación infundada de sensación de incomunicación y un elevado malestar emocional. El exceso de exposición a las pantallas y el hecho de que los adolescentes hayan nacido en plena época digital, es una de las principales causas de esta dependencia al teléfono.

 

¿Cuáles son las señales de alerta?

• Sentir miedo o ansiedad excesiva e irracional si no se puede usar el móvil.

• Reconocer que la angustia es exagerada.

• Sentir que repercute en hábitos o relaciones con otras personas.

En el caso de los adolescentes, debemos prestar atención a lo siguiente:

• Revisar el móvil con actitud compulsiva para comprobar las notificaciones.

• Mostrarse muy irritados cuando no tienen wifi.

• Dormir con el móvil o con él muy próximo a la cama.

• Sentir malestar si no pueden revisar el móvil de forma constante.

• Ponerse nerviosos cuando no obtienen respuesta a un mensaje del móvil.

• Llevar siempre cargadores portátiles.

• Tener insomnio debido a la ansiedad de tener que comprobar el móvil continuamente.

• Ser incapaces de disfrutar de momentos de ocio sin tener el móvil en las manos.

• No saber sociabilizar con otras personas.

• Disminución en el rendimiento en el colegio o instituto.

 

 

Qué efectos tiene la adicción al móvil en nuestro cerebro?

La multitud de datos continuos y rápidos que ofrecen las pantallas o aplicaciones potencialmente adictivas, provocan una sobreestimulación dopaminérgica constante en el cerebro, que se habitúa a ello y le hace ver el mundo como algo aburrido y con pocos estímulos.

 

Otra consecuencia negativa a nivel emocional es que, al mirar el móvil, nos sentimos menos aburridos por lo que después es más difícil tolerar el malestar, la rutina o la negativa.

En el caso de la infancia, los niños sobreexpuestos a pantallas tienen más irritabilidad, menos paciencia y toleran menos la espera porque los procesos de aprendizaje han quedad afectados.

 

Por otro lado, como el resto de las adicciones, llega un momento en el que la misma dosis de siempre no estimula lo mismo que lo hacía inicialmente, creando tolerancia y la persona necesita consumir más contenido o usar más el teléfono para sentir los mismos efectos placenteros.

 

En definitiva, se establece una forma de vivir y percibir el mundo muy perjudicial al crear este cerebro adicto. Este hecho es muy probable que actúe como factor predisponente a sufrir ansiedad, depresión, problemas emocionales en el futuro, así como problemas de relación con los demás o autoestima.

 

Existe tratamiento psicológico para este tipo de adicción. Si sospechas que puedas ser adicto, lo mejor es tratarlo cuanto antes.